Quise reir, y hacerte sonerir,
que de mi estuvieras orgullosa.
Abrazarte no era cualquier cosa,
pues ello me ayudaba a vivir.
Quise pretender no ver el porvenir,
que tu frágil vuelo de mariposa
no era de pasión por una rosa,
sino de lucha para sobrevivir.
Quise darme cuenta y llegué tarde,
me puse a escuchar mi corazón
y ni siquera me pude despedir.
Quise, por fin, no ser más un cobarde,
ahora siento ya sin caparazón.
Mi amor por ti no se puede medir.
que de mi estuvieras orgullosa.
Abrazarte no era cualquier cosa,
pues ello me ayudaba a vivir.
Quise pretender no ver el porvenir,
que tu frágil vuelo de mariposa
no era de pasión por una rosa,
sino de lucha para sobrevivir.
Quise darme cuenta y llegué tarde,
me puse a escuchar mi corazón
y ni siquera me pude despedir.
Quise, por fin, no ser más un cobarde,
ahora siento ya sin caparazón.
Mi amor por ti no se puede medir.
2 comentarios:
preciós
Que manía tenemos de amar con caparazón y a veces quitárnoslo demasiado tarde...
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