domingo, 24 de octubre de 2010

El tiempo y su lentitud

Inmerso en un pequeño lago de tareas digitales por realizar, me encuentro en ese momento del día, odioso para la mayoría, en que me asombra y me fulmina la sensación de que el tiempo avanza tan despacio que casi podría ser que estuviera parado. 

Sin saber mucho que hacer al respecto, miro con cierta desesperación como los minutos apenas logran sucederse unos tras otros, como si dudaran de tener su momento de existencia. Es extraño como un simple minuto puede el milagro de cambiar mi humor a peor. Miro a todos lados, consulto el correo, leo las notícias, reviso un par de blogs de actualidad digital, voy a buscar agua, luego al servicio y a la vuela el maldito todavía sigue allí, quieto, desafiante hasta su último segundo de vida.

En un primer momento me planteo ignorar el reloj y seguir con lo mío. Me pongo a ello con esmero. Reviso, repaso, compruebo, y chequeo cada tarea un par de veces pero todo cuanto logro es tener la sensación que llevo una eternidad haciendo cosas. Sólo la sensacion, puesto que el minutero apenas se ha movido 30 minutos. 

En ese momento la sensación de no acabar nunca se hace tangible, palpable e incluso dolorosamente real. Parece que voy a estar aquí "ad infinitum", sin nada con lo que sobrevivir. No veo el momento de volver a casa. No hay horizonte en mi desesperación momentánea. 

¿Qué hace que el tiempo nos trate así? En nuestros momentos de gozo y regocijo el tiempo vuela, es una especie de versión rápida de Usain Bolt. Apenas tienes la sensación de haber empezado, que ya termina. Por contra, en momentos de aborrecimiento extremo el tiempo se alentiza exponencialmente tendiendo infinitesimalmente al avance zero. (Y si encima vigilas un reloj analógico de cocina, en cuanto creas que se ha parado, verás "casualmente" ese movimiento raro del segundero consistente en hacer un amago de ir para atrás. Jodío como lo odio).

¿No podría ser al revés? ¿Por qué esas sensaciones?
En el caso del aburrimiento, podría ser porque ansiamos terminar cuanto antes y eso nos tiene pendientes del reloj de un modo más frecuente de lo habitual, mientras que en caso de estar entretenidos con otras cosas, no nos percatamos del paso de los segundos, y por eso la sensación de que se acorta el tiempo. Aun así, servidor prefiere echarle la culpa a la velocidad del tiempo y su inconstante variabilidad.

P.S.:Seguro que después de escribir esto me llevo otro chasco.

viernes, 22 de octubre de 2010

Por fin es otoño

No se me da bien la poesía, así que puede que no suene comlpetamente a rima y a tiempo. Pero me gusta como queda.

Si entre edificios fugaz,
a las nueve de la mañana
un rayo de luz te alcanza,
despistando el triste gris,
gris de urbe, gris de ciudad,
gris de medio despertar.

Si te sorprende tu vaho
y refresca el sentir,
tu piel estremecerse
en vez de calor que sufrir,

es porque ha empezado,
porque tenía que empezar.
Ya no importa lo que pase, 
pues ya nada lo puede parar.

Aun batalla el calor de verano
en mediodía y poco más,
el fresco tiene dominado
sin duda todo lo demás.

 Vuelve así la negra noche
que acentúa y hace bellas,
sea a pie o sea en coche
una a una todas las estrellas.

Ya se ve algo de nieve
en lo alto de las montañas, 
de las sierras catalanas
  del pirineo perenne.

Y en lo que antes era verde
ahora toda anaranjada,

la hojarasca amontonada
que tanto a los niños divierte.

Nostálgico otoño,
nace el invierno,
 y muere el verano.

Semanas preciosas de otoño,
insinuaciones de invierno,
restos de verano.

 

domingo, 10 de octubre de 2010

Coming back, in the rain.

Ayer medio cumplí uno de mis sueños. Pero lo daré por inválido por ser "a medias".

Resulta que ayer en toda la comarca estuvo lloviendo a ratos. Al principio de la noche estaba algo nublado pero parecía que no caería más que alguna llovizna, así que no cogí paraguas. Pasaron las horas y a eso de las cuatro y media de la madrugada decidí que me volvía a mi casa, que para un sábado pues ya estaba la noche completita y no hacía falta más. El problema es que para entonces la que estaba cayendo superaba de bastante lo que vendría a ser una llovizna. Como no podía correr y el coche estaba en un párquing lejano y descubierto el último tramo de camino, decidí tomármelo con calma puesto que llegaría de todos modos empapado al coche.
Me puse a andar con la calma y a pensar bajo la lluvia y las luces de la ciudad que se quedaban en nada cada vez que algun rayo hacía aparición, que era bastante a menudo. Entre pensamientos encontré que por fin había salido después de estar casi un mes sin salir de fiesta. Eso me arrancó media sonrisa y el sentir como el agua de lluvia empezaba a hacer que mi camiseta pesara cada vez más me inspiró a intentar hacer algo que no haría ni por asomo en situaciones normales.
Cual Gene Kelly en 'Singing in the rain', miré al cielo, miré a izquierda y dere.. perdón, a derecha e izquierda viendo que no había absolutamente nadie por la calle, y tímidamente una melodía pegadiza empezó a salir poco a poco de mi garganta y se fue agrandando hasta llegar al volumen adecuado para sentir como me liberaba de todos mis tabúes:

"I'm siiiiinging in the raaaain, just siiiinging in the raain!! What a gloriiouus feeeeliing I'm haaaaappy agaaain..! I laugh at clouds, so dark up above, the sun's in my heart and I'm reaaady to looove...!!"

Si alguien me hubiera visto pensaría que iba bebido. Pero me divertí mucho.

Finalmente llegué al coche me quité la camiseta, la escurrí y me fui para casa.

Aun así hay que repetirlo, sentir que no quería mojar el coche me hizo ir a paso firme durante todo el trayecto sin dedicarme por completo a disfrutar la situación, y por otra parte porque tengo apalabrado compartir ese momento con otra persona.

La próxima será sin límites, sin tiempo, solo la lluvia, la libertad y la vida alrededor!