lunes, 13 de agosto de 2012

Perseidas en el Besiberri

Este fin de semana he aprovechado para ir de excursión con mis primos al lago del Besiberri. El macizo del Besiberri se encuentra en la comarca de la Alta Ribagorça, en el Pirineo catalán, entre el valle de Boí y Huesca. Según wikipedia, el nombre es de origen vasco y parece que proviene de las palabras "baso-be erri", que significaría "lugar bajo el precipicio". Tiene cuatro picos que superan los tres mil metros cada uno. También tiene un lago rozando los dos mil metros, y allí es donde nos dirigimos. Cogiendo la carretera que lleva a Vielha, antes de llegar al famoso túnel que separa el Valle de Arán de la Alta Ribagorça, hay un pequeño desvío que lleva a una zona de picnic. Salimos de allí bien pertrechados con agua, comida, tiendas de campaña sacos de dormir y algo de ropa. 


El camino está bien indicado. Se puede seguir una ruta de coche que es más larga pero tiene menos pendiente, que lleva a un pequeño charco a pie de una cascada. El camino oficial sube en línea recta pero con una cuesta más pronunciada, lógicamente. Acabada la carretera, el resto del camino es a través de bosque y el camino es único, por lo que deja de haber señalizaciones. La subida tiene aproximadamente unos quinientos metros en vertical. Hay un puente donde el camino "claro" desaparece y empieza la parte más vertical y cruda de la ascensión que recuerda una mezcla entre subir peldaños enormes y escalar. Íbamos bastante cargados y no estábamos para nada entrenados o en forma, así que tuvimos que parar unas cuantas veces para tomar aire y beber. Era primera hora de la tarde y eso también en verano, se sufre. En total estuvimos tres horas que nos parecieron eternas, pero coincidimos todos en el hecho que, de no haber llevado peso, el trayecto era fácilmente asequible. De hecho es una ruta familiar, y la hacen familias con niños pequeños, e incluso el camino, que resulta algo estrecho y angosto, es el mismo por el que suben las vacas para pastar en verano. En algunos momentos cuesta de creer que una vaca pueda pasar por allí. 



El final del trayecto tiene una gran recompensa. Tras subir los últimos metros, aparece ante nosotros un pequeño gran paraíso de indescriptible belleza que hace que demos por merecido todo el esfuerzo. Un pequeño lago y una llanura verde poblada de pinos quedan cercadas por los grandes picos del macizo. Mirando hacia el este, a lo lejos, podemos ver un pequeño refugio a tocar del segundo lago. Está a unos cuarenta minutos de donde nos encontramos pero nosotros ya hemos sentado el campamento base en la zona verde, entre unos árboles que nos protegerán del viento y con un pequeño río al lado, que hará de nevera. El agua esta muy fría, puesto que baja directamente del glaciar y a nuestro paso todavía debe de estar entre cinco y diez grados.



También nos encontramos allí a las susodichas vacas. Curiosas como son, un par de ellas se acercaron a vernos de cerca, aunque luego se fueron a pastar a otra zona. 


Después de cenar y quedarnos sin luz natural, nos llenamos de repelente de mosquitos y nos tumbamos en la hierba para ver el cielo más estrellado que jamás hubiéramos visto. No había una nube en el cielo y, evidentemente, ninguna luz artificial. No era el momento de máxima afluencia de Perseidas, pero vimos unas cuantas y nos sentimos afortunados por ello. La Vía Láctea se podía ver perfectamente, de sur a norte en esta época del año (es en Diciembre quando sigue el camino de Santiago, de este a oeste). 


A la mañana siguiente, tras levantarnos, meternos en el rio para probar nuestra capacidad de soportar el frío, y luego desayunar, procedimos a recoger todo el campamento, haciendo especial hincapié en no dejar restos de plástico o basura de ningún tipo. Recogido todo, emprendimos el camino de regreso.


Aunque la bajada es más rápida que la subida, no deja de cansar. Esa sensación de que si te caes, te recogerán varios metros más abajo, hace que el equilibrio juegue malas pasadas, y el cansancio hace que las piernas tiemblen en cierto momento. Aún así, si no se tiene prisa, se baja bien. Finalmente al llegar al camino llano inicial, parece que ya se ha acabado el trayecto, cosa que frustra al ver que aun queda por andar un trecho de camino bajo el sol. No cansa apenas, pero aborrece. 




La gestión del agua durante la excursión es vital. Se nos acabó a media bajada y al llegar a los coches, fuimos directos a un bar a por litros de agua. 



Con todo ha sido una experiencia muy agradable con recuerdos muy chulos que conservar y con muchas ganas de volver. (Bueno, dentro de un tiempo, cuando se me olvide el palizón de la subida, y esté un poco más en forma) 


sábado, 4 de agosto de 2012

Galletas para todos!!

Hoy se añade a nuestra família de bloggeros una amiga con mucho por contar y compartir. Si con Esther nos hemos relamido aprendiendo platos jugosos, con Bea conoceremos el mundo de la repostería creativa, ideal para las mejores meriendas! :)

A partir de ahora no hay excusas para no gozar de la vida en su aspecto gastronómico. ;) 




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