martes, 16 de noviembre de 2010

Una cena de risa

La semana pasada fui a cenar con una amiga. Hacía tiempo que no quedábamos y teníamos que ponernos al día de cada una de las memeces que vamos haciendo por la vida.

Ya por lo pronto la encontré nerviosa. Me comentó que sí, que estaba acelerada porque se había tomado un té negro (dice ella que lo quería verde y no había). 
Para ir empezando la noche, fuimos a un bar a tomar una caña y una tapilla. Que hartón de reir. La tía estaba acelerada tanto en su habla como en su modo de pensar y más aún gesticulando. No podía soltar yo media frase sin que me interrumpiera para decir lo primero que se le pasara por la cabeza, fuera una opinión o un comentario a malaleche. Estaba nerviosa ella y me estaba poniendo nervioso a mí. Aun así fue divertido verla en ese estado inusual.
Seguidamente decidimos ir a cenar (con los ánimos ya más calmados). Decidimos darnos el lujo de comer en un restaurante que conocíamos bien. Habíamos ido un par de veces y me encantaba. Era pequeño, pero elegante con estilo pero de trato de confianza agradable, en vez de formal y estirado. Raciones abundantes, vinos de selección y una ubicación muy adecuada en la ciudad. La camarera que nos atendió no era la de siempre. Tanto mi amiga como yo teníamos allí a una persona controlada cada uno, y cada vez que visitabamos ese restaurante nos fijábamos que estuvieran. Yo no encontre a mi camarera, una chica joven de treintaypocos, rubia, altita, esvelta y muy suelta y espabiliada. Mi amiga vió más tarde a su camarero-rastas, un tío la mar de majo que era tan agradable y apuesto como la camarera mencionada anteriormente. 

Aun así, algo cambió en ese lugar. En una noche toda la mágia de ese sitio se fue al garete, sin que pudieramos evitarlo.
Llegamos y había un grupo de varias personas sentadas en la entrada del establecimiento. Pudimos distinguir francés, alemán, ingles .. y no se si algo de italiano. Bien.
La carta para empezar iba sin menu. La chica que nos antendía dijo que no hacían menu. ("Ya no", pensamos nosotros, puesto que antes sí lo hacían). La carta toda en si misma era más cara, bastante más de lo que recordábamos. No era un restaurante especialmente económico, pero no era ninguna barbaridad. Esa noche lo era. Pedimos una ensalada a partir, un segundo y vino para beber. Al poco de tener el vino llegó la ensalada. las copas no permetían poner la ensalada en medio. Yo retiré la mía y la camarera "agarró" literalmente con toda la mano la copa la levantó, la pasó por delante de mi amiga y se la dejó a un lado. Bastaba con pedirlo o desplazar un poco la copa por la base. Mi amiga no es una fanática del protocolo de mesa, más bien lo contrario alguna vez, pero que en un sitio donde nos mimaban tanto otras veces, nos salieran un poco por ese lado, nos sorprendió. Al llegar los otros platos pasó algo parecido pero con los cubiertos. Le apartaron el cuchillo mientras comía, o algo parecido. Tuve que frenar un poco a mi amiga para evitar que montara una mini-escena, que Hiroshima a su lado puede parecer un cuento infantil, si se enfada. 

A todo eso, mientras hablábamos sin rumbo alguno sobre el posible cambio de propietarios del local, sobre nuestras vidas, y las vidas de personas que ni conocemos, tuvimos la oportunidad de "gozar" ( nótese el sarcasmo), del escándalo de risa de una de las personas que estaban en la mesa de grupo. Tenía una de esas risas que al estallar alcanzan ese nivel acústico que hace chirriar los oídos y deja sordo a más de uno. Cada pocos segundos la tía se soltaba con la risa y era un auténtico incordio(Era una chica. Hay que ser chica para reir de un modo tan agudo). Casi no podía escuchar lo que me contaba mi amiga. 
Finalmente pensé en salvar los muebles con el postre, ya que lo recomendaban. Coulant de chocolate. Era un coulant, si. De fabrica, calentado, sin interior fundido ni nada parecido.


Así que aun sorprendidos, pagamos, y nos fuimos de allí jurando no volver jamás. Nos dolió como había cambiado tanto un sitio que, por su forma de ser, cocinar, servir y tratar con el cliente nos encantaba. Un sitio que habíamos decidido hacer nuestro. Un pequeño rincón del Universo en el que queríamos tener la certeza que allí todo estaría siempre como el primer día. Parece que nada dura para siempre.

Tenemos la hipótesis de que nos trataron sin demasiados miramientos porque nos debieron ver jóvenes e infantiles. Yo iba vestido de rapero, más ancho que alto, puesto que fuí directo del trabajo a la cita. Mi acompañante iba normal, pero tambien la tomarían por una cría. Sinó no nos explicamos esa actitud por parte de una supuesta profesional de la restauración (aka, la camarera)

Para acabar de romper con todo, puesto que era entre semana y casi sin previo aviso, había que madrugar y por tanto ya no fuimos a tomar la copa de rigor en el local de jazz del barrio viejo, para ponernos metafísicos y acabar llegando a las conclusiones impotentes de turno. 

Por lo tanto, está claro que habrá que repetir la noche, puesto que ésta  no cuenta. Entre las risas de las conversaciones que tenemos, la risa de mirarnos y decir "esto no está pasando de verdad, no?", y la risa histérica de la hiena de al lado, pues.. nos reímos mucho que es de lo que se trata al fin y al cabo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Quédate con el recuerdo del buen lugar que fue.

podi-.

Esther dijo...

Vaya, qué lástima, es una pena cuando te mandan tus recuerdos al garete y encima te amargan la cena... en fin, la próxima al McDonalds, no será el mejor sitio del mundo, pero ese sí que no cambia nunca XD

Anónimo dijo...

Aqui la acompañante esquizoide del rapero currante....
Falta decir que la camarera era la encarnación de Macu, con sus mismos puntos.... Intenta:
Visualiza a Macu, en la barra, a unos 4 metros de distància, dirigiéndose a nosotros (que no la veíamos)chillando
- "eh!!! eh!? que os parece si os traigo la cuenta, ej que asi yo ya cierro la caja y eso!!!!"
Mi mente: Ostia, Dios es mujer!! y tiene una voz terrible!!!
Macu: "vais a querer café!?" (sigue a distáncia)
Mi mente: Deja chica, deja.... sigo con el sabor de tu laca de uñas en mi ensalada....
Y infinidad de otros pequeños detalles....
En cuanto la risa... hay que admitir que era inusual y pegadiza... dejó a la altura de un barítono el canto de Montserrat Caballé... no puedo decir mas...
En fin...ha sido uno de mis restaurantes favoritos hasta la fecha, ahora bien..... renovarse o morir!!!!
Y para último una recomendación.... evitar el té negro a partir de las 17h en caso de ser nervioso por naturaleza ;)
besus!!

Gigi dijo...

Seria bo que diguéssis el nom del restaurant, no fos cas que accidentalment em trobi amb la Macu retirant-me els coberts quan no toca, cridant de lluny en un restaurant car i d'ambient desagradable.
Una nit entre setmana a Girona pot ser molt més que això.
Sort de la companyia i els riures ;)